Nuestra visita por Tierras de Murcia
(Mula, Totana y la Bastida)
Días 27-28 de Febrero de 2016

Salimos de Madrid por la Autovía- 3, para dirigirnos a Murcia. Iniciamos el camino con un tiempo lluvioso; llegando a la provincia de Cuenca empezó a nevar pero, cuando paramos en la zona de Albacete, el tiempo había calmado.

Nuestro destino era llegar a Mula, ciudad en la que se encuentra el Museo Ibérico del Cigarralejo, con el objetivo de rendir HOMENAJE a Don EMETERIO CUADRADO, creador del Museo y fundador de nuestra asociación “Amigos de la Arqueología“. Con tal fin, se había organizado una exposición, bajo el tema “El tiempo detenido”, se agrupaban una serie de objetos y el legado fotográfico de la familia: parientes más cercanos y colaboradores más próximos: reflejando con ello los momentos más entrañables que inmortalizaban acontecimientos relacionados con sus orígenes, trabajos y excavaciones arqueológicas.

Inició la presentación nuestro actual Presidente de la Asociación Don Manuel Bendala, haciendo un encomiable discurso en recuerdo de Don Emeterio. A continuación dedicaron al homenajeado un afectuoso y merecido panegírico D. Don Manuel Cuadrado (uno de los hijos de D. Emeterio), Dª Virginia Page actual directora del Museo del Cigarralejo y Don Juan José Blánquez, catedrático de Arqueología de la U.A.M y comisario de la Exposición.

La exposición comienza con la fotografía de sus padres. Se nos contó que el padre fue médico, y que cuidó con esmero la educación de su hijo. Estudió en las escuelas de los Hermanos Maristas y después realizó la carrera de Ingeniero de Caminos y Puertos. Se casó joven. Comenzó a ejercer su profesión en Vitoria, llevando a cabo importantes obras de ingeniería. Tras su traslado a Madrid, entra en contacto con científicos de otros lugares como los alemanes.

Terminado el recorrido por la exposición fotográfica, subimos a la planta superior para poder contemplar algunas de las piezas que se exhiben en el Museo.

Después de comer en un restaurante de la localidad, salimos hacia Totana, localidad que fue incorporada a la Corona de Castilla por el Tratado de Alcaraz en 1243. Totana se encuentra en un valle junto al río Guadalentín y limita al norte con Mula. Acompañados por el guía local, iniciamos la visita de la ciudad.

Nos detuvimos en un alfar “moruno” para ver trabajar al alfarero y disfrutar de la progresiva transformación de un trozo informe de arcilla que, tras adoptar sucesivas formas, se iba convirtiendo en graciosas piezas de uso común.

Después de dar un paseo por la ciudad, nos dirigimos a la Plaza del Ayuntamiento, del siglo XVIII. En ella se encuentra la Iglesia de Santiago el Mayor. Para visitarla tuvimos que esperar durante casi media hora (con viento y algo de frío) a que saliera la Banda Municipal (preparativos de Semana Santa). Esta iglesia es una construcción del siglo XVI con fachada de estilo Plateresco; en el interior, que es de estilo barroco, pintada en blanco y azul añil; tiene planta basilical, con tres naves y seis tramos de capillas laterales, y el techo es de madera estilo mudéjar. El altar mayor es un gran retablo barroco con columnas salomónicas; apenas pudimos contemplar las capillas laterales, ocupadas por los preparativos de las imágenes para las procesiones de Semana Santa.

A la mañana siguiente nos dirigimos hacia la Sierra de Espuña, donde se encuentra el Santuario de Santa Eulalia, que está situado en un bello paraje. Ya en el siglo XIV se tiene noticias de este lugar. Fue construida por los Caballeros de la Orden de Santiago sobre unas tierras cedidas por el rey Alfonso X. Olvidado el Santuario durante algún tiempo, se restaura en el siglo XVI con las limosnas de los fieles. Ante el número de fieles que acuden atraídos por la progresiva difusión del valor milagroso del lugar, con fines curativos. Hoy es aún un sitio de peregrinaciones y romerías.

La iglesia de Santa Eulalia consta de una sola nave de forma rectangular. Las paredes están totalmente pintadas, sobre todo con escenas de la vida de la Santa, fueron realizadas sobre el año 1624. Existe un camarín para poder besar a la imagen, y en la parte inferior, existe una cripta con los exvotos de curación. Interesante es el techo de madera, tipo mudéjar.

Salimos de allí disfrutando del paisaje, para dirigirnos a La Bastida, que se encuentra a seis Kilómetros de Totana. Este lugar está protegido por el Cerro Gordo y no es un lugar de fácil visibilidad. Ya en el Centro de Interpretación, a la entrada, se expone un cartel con las distintas campañas de excavación realizadas desde el siglo XIX hasta el momento actual. Allí nos recibe una de las arqueólogas que están actuando en la excavación. Ella nos acompañaría en el recorrido por el yacimiento.

Este lugar, La Bastida de Totana, está considerado de la última civilización del Argar en Europa. Según los estudios realizados, la sociedad que lo habitó tenía un sistema político centralizado, que empezaría a desarrollarse hacia el 2200 antes de Cristo. Fue descubierto en el siglo XIX y a partir de este momento empezaron a llegar aquí arqueólogos de distintos lugares entre ellos: Siret, Santa Olalla (que excava en la zona noroeste). Después de 1950 hay un periodo de olvido. Es el momento que empieza un proceso de rapiña de los hallazgos encontrados, robos y reproducciones realizadas por gentes del lugar como por otros procedentes de distintos lugares e incluso del extranjero. En 1986 se presenta una Tesis Doctoral sobre los materiales encontrados en las excavaciones realizadas en el lugar entre 1944-1945 por la Dra. T. García López. En 1990, ICONA utiliza maquinaria para alisar el lugar un sector en los aderezamientos de la ladera norte, con lo que se destruyen zonas de interés. Afortunadamente se consigue parar las obras antes de que quedara arrasado todo el yacimiento. En el 2008, el Gobierno de Murcia, reconociendo su valor consolida el lugar y se pone en marcha su investigación. En tres días se descubren veinte tumbas y varios ajuares.

El lugar era una zona fértil, ya que se encuentra en la vega del Guadalentín, con abundante pasto que permitía tener animales y tierras de labor agrícola, sobre todo el cultivo del cereal (cebada).

En el lugar se han encontrado tres fases:

a) Fase I, ocupada entre 2200-2000 antes de Cristo, en ella se aprecia un perímetro curvilíneo con cabañas, que fueron destruidas en un incendio.

b) Fase II, ocupada entre el 2000-1600 antes de Cristo, es el momento en el que se construyen los edificios en terrazas, son de piedra, siguiendo la típica construcción argárica, adosando unas a otras, con estructuras rectas formando calles estrechas. El lugar parece que congregó hasta un millar de habitantes. Se han encontrado un horno, un poco más adelante diez y seis molinos de mano, algunas tinajas concentradas y fusayolas y pesas de telar. Fuera de este recinto se encuentra una balsa formada por un espacio recubierto de arcilla impermeable, con capacidad de unos 320 metros cúbicos de agua y un espacio de 21 metros por 1,20 metros de alto, esta balsa se llenaba con el agua de lluvia, más de la que recogía de las laderas.

c) Fase III abarca desde 1600- 1550 antes de Cristo. Es el momento de mayor apogeo; aparece el mayor número de casas y otros edificios que se construyeron sobre la roca y están revocadas con argamasa, estos están situados en paralelo a la ladera, con muros de hasta diez hiladas, con escasa separación entre las casas. El espacio más amplio pudiera servir para reuniones, aunque no se sabe su función. También se ven lugares que pudieron ser para talleres de cerámica, telares, forjas de metales sobre todo plata, hueso etc.

El lugar fue abandonado, pero, al parecer no por un ataque bélico,, ya que no se aprecian indicios de destrucción, sino debido al agotamiento de la tierra por sobreexplotación: aunque se descubrieron dos cadáveres en una calle y otro en una plaza, con signos de haber sido atacados.

Los enterramientos se encuentran en el interior de las casas, en cistas o vasijas, muchas veces debajo de muretes o bancos. Se aprecian diferencias entre los enterramientos según correspondan a hombres, mujeres o niños, siendo estos últimos los más abundantes, en número bastante superior a los adultos. Las vasijas estaban selladas con tapadera y arcilla, lo que hacía que no se produjeran infecciones en los lugares. En los enterramientos se han encontrado algunos con ajuares, de estos un 10% tienen cerámica, espadas, alabardas y objetos de plata y oro. Un 40% tienen instrumentos de cobre y bronce y otro 40% que no tienen nada.

Dentro de este mundo funerario que se nos muestran a los visitantes, llaman la atención algunos aspectos curiosos. Además de dos figuras masculinas juntas, pero enfrentadas (enterramiento doble, cuando la mayoría son individuales) hay tres enterramientos de mujeres: a) éstas están apoyadas sobre el lado izquierdo, mirando hacia el este, b) otra colocada de forma inversa es decir sobre el lado derecho en dirección hacia el oeste (no se sabe su simbolismo). Una de las mujeres enterradas lleva joyas en plata batida, entre ellas una diadema con disco y pendientes de dilatación de orejas, que podemos situar alrededor de 1769 -1600 antes de Cristo. En algunas cerámicas se hallan incrustaciones de plata, también en algún punzón, empuñaduras de puñales y alabardas, etc., distintivo de pertenecer a un grupo poderoso.

Por último bajamos a ver la muralla, que está formada por torres troncocónicas macizas unidas al lienzo del muro, alisadas por una pasta de color gris–azulado y en otros lugares en color amarillo. Según parece podría tener como objetivo evitar poderlas trepar. La puerta de entrada era de madera, a juzgar por los goznes de la puerta que se aprecian en el suelo. Aunque hubo otra puerta más pequeña que fue tapada antes de construir esta última. La entrada está construida en codo, con pasillo fortificado alcanzando hasta los siete metros de altura.

Terminado el recorrido por el yacimiento visitable, regresamos al taller de restauración y al Centro de Interpretación, en él pudimos contemplar algunas interesantes vasijas ya restauradas.

Después de la comida, iniciamos nuestro regreso a Madrid.