VIAJE DE ESTUDIOS A LA ESTACIÓN DE ARTE RUPESTRE DE DOMINGO GARCÍA (SEGOVIA) Y EL CLAUSTRO DEL MONASTERIO DE NUESTRA SEÑORA DE LA SOTORRAÑA, SANTA MARIA LA REAL DE NIEVA
Día 28 de Abril de 2018

Como siempre salimos del lugar de costumbre (Plaza de Las Ventas) para el Centro de Interpretación de Arte Rupestre en Domingo García (Segovia).

Una vez visitado el Centro nos dirigimos al Cerro de San Isidro, para ver “in situ” los grabados. Ya en otra ocasión los visitamos, pero el paisaje pizarroso del campo y una ermita derruida que hay en los alrededores lo hacen muy agradable para visitar (ermita en ruinas de estilo románico, modesta pero elegante en su esqueleto que queda a la vista y ofrece una bella panorámica de la campiña segoviana) y el ver los grabados, pero que los vándalos aprovechan para hacer sus propios “grafitis”.

En pleno campo, en mitad de la nada, unas rocas tenían grabadas escenas procedentes del Paleolítico. A la vista de todos hay petroglifos profusamente piqueteados por artistas anónimos que inmortalizaron figuras humanas y animales. Muy a pesar de los actos vandálicos propios de la estupidez y la ignorancia, sobreviven milagrosamente estos grabados tan viejos como la propia Historia.

No se conocen cuevas en las cercanías, ni se han encontrado restos óseos humanos que nos puedan contar algo más de quienes fueron los artistas anónimos que durante miles de años dibujaron animales y personas de su entorno, lo que ellos veían en su día a día. Por eso se habla de que éste es un conjunto artístico aislado y descontextualizado. Tampoco ha habido una investigación profunda y salta a la vista la dejadez y la falta de inversión para que unos petroglifos tan antiguos pervivan con el tiempo.

De entre ellos, los más arcaicos, parecen ser una serie de figuras humanas piqueteadas, bien aisladas, o bien formando composiciones y representaciones, fechadas en época postpaleolítica, entre el Neolítico y edad del Bronce; otros, también con figuras humanas, agrupadas en escenas más complejas –caza, rituales, lucha, jinetes con cascos y espadas-, probablemente fechados en el Broce final y época del Hierro, quizá algunos prerromanos, y, finalmente, signos y símbolos medievales.

Estuvimos acompañados por el responsable del yacimiento y él fue quién nos explicó con todo lujo de detalles donde estaban los dibujos originales (por mí sola no hubiera sido capaz de ver todos, ¡hay que ver la imaginación que tienen los arqueólogos!).

El hecho es que fue muy interesante la visita.

Después fuimos a visitar en Bernardos una ermita en cuyas cercanías había una muralla muy interesante, pues conserva tres culturas: romana, árabe y medieval (tardoromana).

Después la opípara comida que como siempre nos tenía preparada Manuel Castelo, salimos para Santa María la Real de Nieva para ver la iglesia y el claustro, pero la visita a la iglesia no la pudimos hacer, hay un contencioso entre ésta y el ayuntamiento y el sacerdote, después de buenas palabras a Manolo, no nos quiso atender.

La iglesia y el claustro forman parte de un antiguo monasterio dominico románico. Este monasterio tiene su origen en un episodio milagroso, situado en el año 1392, cuando la Virgen se apareció a un pastor y se encontró una imagen de la misma que es conocida como Nuestra Señora de la Soterraña. La devoción despertada a partir de ese acontecimiento hizo que en el lugar del milagro se levantara una ermita, una hospedería y, en 1395, una villa. En 1399 ya se había construido una nueva iglesia y se efectuó el traslado de la imagen de la anterior a la nueva, al tiempo que se ponía el santuario bajo la custodia de los predicadores, por medio de fray Pedro de Sepúlveda, prior del convento de la Santa Cruz de Segovia. El papa Benedicto XIII confirmó la donación del lugar a los dominicos en 1415, mientras que la reina Catalina de Lancaster (+ 1418) se hacía cargo del patrocinio del santuario. A partir del 1399 comenzó la ampliación de la iglesia en la que participó económicamente la reina, que también dotó a la casa con bienes y derechos que permitieran su subsistencia, hecho que determinó se levantara la nueva casa monástica que incluyó un gran claustro que, a pesar de la época de su construcción, es de tradición románica, quizás de acuerdo con este estilo constructivo muy común en este territorio. La comunidad dominica se mantuvo hasta la exclaustración. Actualmente en la iglesia se ve el uso de diferentes estilos (desde el románico al gótico con elementos mudéjares). El pórtico norte y los capiteles de las columnas presentan una decoración muy destacable.

Pero el claustro nos compensó. Tiene unos capiteles, que aunque un poco toscos son de lo más ingenioso, con infinidad de temas. Volvimos encantados y además nos hizo muy buen tiempo. Llovió durante la comida, el resto, sol resplandeció.