Visita al municipio romano de Segóbriga (Cuenca)
6 de Junio de 2015

Salimos el sábado a las nueve horas hacia el municipio romano de Segóbriga, que está en el término de Saelices (Cuenca), para un viaje de un solo día.

En este trayecto, no hicimos ninguna parada y así llegar a la hora prevista. Nos esperaba la arqueóloga de las últimas excavaciones, la doctora Rosario Cebrián, la cual nos acompañó en todo nuestro recorrido.

Empezamos la visita por el Centro de Interpretación, donde vimos un montaje sobre lo que íbamos a ver.

Este lugar está elevado en el terreno unos 800 metros, y fue un punto de cruce de la Meseta, entre el valle del Guadalquivir, Mérida y Toledo en dirección Valencia y Cartagena. Por el sur de este sitio, discurre el río Cigüela (afluente del Guadiana), que le sirve de foso y protección al municipio.

Este paraje puede tener sus orígenes en un castro celtibérico, por los restos encontrados en el mismo del siglo V a C.

Las fuentes antiguas de Estrabón citan a Segóbriga entre las ciudades de los celtiberos y que pertenece al Convento de Carthago Nova de la provincia Tarraconense.

El desarrollo urbano comenzó en el siglo I a C., aunque las construcciones posteriores destruyeron parte de lo realizado con anterioridad.

La configuración es de unas 10 hectáreas, que se mantuvo sin apenas modificaciones, durante su permanencia de habitabilidad.

En Segóbriga se encuentra un buen número de edificios públicos, lo que hace pensar que era sitio valioso, por su economía, la cual estaba en parte relacionada con la explotación de minas de “Lapis specularis”, lo que hizo que en el lugar vivieran familias importantes enriquecidas por la explotación y comercialización de este yeso.

Este lugar se abandonó en el siglo XIII, cuando sus habitantes se trasladaron a San Félix en Saelices (Cuenca).

Tenemos noticias de este espacio abandonado, desde el siglo XVI, en la que se describen las ruinas de esta ciudad, posteriormente en el siglo XVIII, se describen los hallazgos encontrados y las excavaciones empezadas, como en la basílica visigoda, el anfiteatro y circo. En 1961 se comienza de forma sistemática una excavación y restauración del recinto a cargo de D. Martín Almagro Bach y desde 1995-2010 continúa su hijo Martín Almagro Gorbea y J. Manuel Abascal con Rosario Cebrián, (que es quién nos acompañó), estudiando y restaurando: el urbanismo, murallas, puentes, edificios, etc.

El recorrido que seguiremos será empezando por la zona de necrópolis, donde vemos varias tumbas de incineración e inhumación, para observar a continuación de éstas, unas tumbas que están tapadas y desplazadas ya que forman parte del relleno, de una vaguada, que serviría para la construcción del circo. Algunas estelas están partidas, entre ellas una dedicada a la esclava Lucunde,(2) es una estela que está fragmentada y representa a una joven tocando una cítara, con una inscripción funeraria en una cartela, en la que menciona el nombre de la esclava, y que murió de una enfermedad irreversible.

Continuamos hasta la muralla norte, que tiene un diseño anterior a la época republicana, aunque modificado en época imperial, su trazado da acceso al foso del siglo I. La muralla es de muros paralelos con relleno interno, trabado de arcilla y piedra. No tiene torres defensivas, pero se suple con acodamientos en los lugares con problemas defensivos.

La zona mejor conservada, es la que está en el muro sur, al exterior del graderío del y que se corta en el tramo este por el muro.­­ Por el oeste prosigue hasta uno de los vomitorios que permitían acceder a la ima cavea desde el exterior del anfiteatro. En el lienzo de la muralla sur hay unos orificios para la colocación de andamios, que sujetarían una pasarela que uniría con la suma cavea. Desde este lugar vemos una salida de la cloaca principal al exterior de la muralla, que recogía las aguas de la vaguada del circo, y presenta la dirección este-oeste inclinándose hacia el cardo máximo.

Rodeamos el anfiteatro que está formado por dos estructuras diferentes, la arena y el graderío, que se encuentran excavados en la ladera del cerro. Tiene nueve vomitoria, cinco en el lado sur y cuatro al norte. Hay un pódium que limita la arena y el graderío y lo constituye un muro de sillares y una moldura que formaría la primera línea de gradas. El graderío está dividido en dos zonas, la ima cavea y la suma cavea, separadas por un muro denominado balteus. La ima cavea tenía los asientos de piedra y los de la suma cavea de madera, que eran los que se encontraban sujetos en parte a la muralla, como ya decíamos anteriormente. Su capacidad era aproximadamente de unos cinco o seis mil espectadores. Detrás del pódium hay un graderío de honor en cuyo centro hay dos tribunas, una para las autoridades y otra para las personas que eran benefactores de los actos del lugar.

Seguimos hacia el Foro, donde sabemos que a la llegada de Augusto a Hispania en el año 15 – 13 a C, el foro ya estaba en construcción aunque faltaran parte de los pórticos, aunque se encuentre así, consigue el título de municipio. En este lugar se encontraron unas letras en bronce sobre quien había pagado las obras del pavimento, un tal Iulius Spantamicus.

Posteriormente se construyó una basílica, la curia, tabernae, etc. En el lado meridional se sitúa el altar consagrado a Augusto. Este foro tiene diferentes pedestales para las estatuas de las personas importantes, algunos de ellos a caballo. También hay una escalera monumental que da acceso al foro. La basílica se construye al lado este del mismo, era un edificio de tres naves separada por dos filas de doce columnas, de orden corintio, se accedía a la misma por tres tramos de tres peldaños de escalera. La basílica tenía tres muros cerrados. En el siglo V d C. se derrumba el edificio y el material constructivo se utilizará para otras construcciones.

Seguimos hacia las termas, primero las del teatro y luego las monumentales, éstas están dentro del municipio. Las primeras están situadas entre el documanus máximo y el teatro, junto a la muralla norte, y se construyen en época tardorrepublicana. Se identifica por los nichos que aparecen a lo largo de dos paredes, para dejar sus objetos. En un principio este lugar se pensó en que era lugar de depósito de cenizas y en una habitación circular, para la cremación. A continuación están las estancias típicas de unas termas, por lo que se cambió de la idea funeraria.

Las monumentales son del siglo I, el caldarium de estas se encuentra debajo de la ermita de la Virgen de los Remedios, todo lo demás fue ocupado por viviendas posteriores y hoy día se pueden observar las partes que formaban las termas después de su excavación.

En el centro del municipio se encuentra la casa del procurador minero C. Iulus Silvanus, construida en el documanus maximus, junto a las termas, en el siglo II. Tenía tres habitaciones lujosas con mosaicos blancos y negros y estucos polícromos con dibujos vistosos.

Al lado de la basílica se ven restos de viviendas, y de varias insulas privadas.

Continuamos para ver el teatro que se encontraba situado a unos cien metros del anfiteatro fue edificado sobre una plataforma para corregir la desigualdad del terreno.

La parte central de la suma cavea se apoya sobre la muralla. Fue construido en época de Claudio y fue terminado en época de Vespasiano. Observamos las columnas decoradas con hojas y flores de acanto, a parte de las helicoidales y las máscaras teatrales. Hay una inscripción del praefectus Manio Octavio Novato delante del pulpito, dedicado al lugar.

Partimos hacia el Centro de Interpretación donde observamos la cabeza de Agripina “la Mayor”, capiteles, placas de mármol, figurillas de bronce de dioses, mosaicos, etc.

Salimos para comer, y a primera hora de la tarde, partimos hacia la mina de “lapis specularis”, pero al llegar a la boca de la mina, era de difícil acceso, que unido a un fuerte calor, hizo casi imposible su entrada a la mayoría, aunque lo consiguieron algunos.

Volvimos hacia Madrid con bastante calor a la hora prevista.