VIAJE AL YACIMIENTO ARQUEOLÓGICO DE LIBISOSA (LEZUZA/ALBACETE)
Día 3 de Junio de 2017

Salimos del sitio acostumbrado a las 8,30 de la mañana hacia Lezuza (Albacete) para iniciar la visita guiada a la población y ver todo lo que en esa pequeña localidad podíamos ver, en especial el Yacimiento Arqueológico. Así que lo primero que hicimos fue visitar el Centro de Interpretación, donde están depositadas las piezas encontradas en el yacimiento. Haciendo un pequeño resumen de sus orígenes en las excavaciones arqueológicas que se vienen desempeñando desde 1.996 por un equipo de la Universidad de Alicante, contando con trabajadores de la zona y estudiantes de diversas universidades españolas y extranjeras, han proporcionado, hasta la fecha, una serie de estructuras y una ingente cantidad de materiales que se remontan al Bronce Final y alcanzan la época Bajomedieval, pasando por la fase ibérica y romana, los dos momentos más relevantes del yacimiento.

La ciudad de Lezuza posee un pasado notable. Las recientes excavaciones arqueológicas atestiguan la existencia de un oppidum oretano ya en el s. V a.C., que jugó un papel relevante tras la conquista romana a finales del siglo III a.C. por su especial ubicación geográfica, que controlaba las vías de paso más importantes.

La localidad de Lezuza fue antiguamente una colonia romana llamada Libisosa, en esta localidad, y según la tradición, predicó San Pablo. En el año 253 recibieron martirio dos santos, Vicente y Leto, a lo que se hace referencia en unas pinturas barrocas en la cabecera de la parroquia.

En Lezuza encontramos la Iglesia Parroquial bajo la advocación de Santa María de la Asunción. El templo empezó a edificarse a comienzos del siglo XVI, es una construcción de nave única, dividida en varios tramos separados por arcos y cabecera poligonal de tres paños. El exterior del templo tiene contrafuertes, entre los cuales se abren capillas-hornacinas cubiertas por bóvedas de cañón. Algunas de estas capillas se han ampliado posteriormente con construcciones barrocas; así, se abre una capilla en el lado del evangelio, la cual está cubierta con cúpula oval y relieves de los apóstoles en las pechinas (siglo XVII) y en el lado de la epístola otras dos. El templo tiene una portada gótica en el lado norte, cobijada bajo un pórtico de renacientes pilares con columnas adosadas de hacia 1540.

El yacimiento de Libisosa ha conocido varias campañas de excavación en las que han salido a la luz numerosos restos. Entre ellos cabe destacar el foro de la colonia, cuya extensión da idea de la importancia que alcanzó esta ciudad en época romana.

Se han encontrado restos de una villa, la Casa de la Tercia, y del recinto amurallado de la colonia, específicamente de la puerta norte. Anexos a esta construcción se han encontrado los restos de algunos talleres de época íbera.

Son igualmente abundantes las herramientas agrícolas: ruedas de carro, molinos, parrillas y pesas de telar, así como monedas ibéricas y cuentas de collar de pasta vítrea (collares y joyas que muy posiblemente fuesen de importación), un casco de guerrero y numerosa cerámica.

La excelente conservación de estructuras y materiales de la fase final ibérica (siglos II-I a.C.) se debe a la destrucción precipitada y sistemática por causas bélicas (presencia de armas y cadáveres), que generó un «efecto sepultura» provocado por la caída de las paredes de adobe, y que ha permitido llegar hasta nuestros días una suerte de fotografía de su estado previo a la devastación. Ésta debe relacionarse con las «Guerras Civiles de Roma», acontecidas a gran escala en la Península Ibérica entre los años 82 y 72 a.C., y que tuvieron como actores principales a Sertorio, Metelo y Pompeyo.

La vajilla de mesa más común, de comida, bebida y almacenaje, era de cerámica hecha a torno frecuentemente decorada con motivos pintados y estampillados que incluían desde los motivos geométricos más sencillos a los vegetales más complejos y simbólicos.

La vajilla de cerámica ibérica es una producción artesanal, realizada con torno de alfarero, casi industrializada, pero que no alcanzará los niveles de estandarización del mundo griego y romano. Es fruto, por lo general, de una cocción oxidante, dando como resultado vasos de pastas anaranjadas o beige; también se usa la cocción reductora, por la que se obtiene una cerámica de color gris y de buena calidad.

Después de la comida visitamos el yacimiento arqueológico de Libisosa que es una ciudad u oppidum ibero-romano situado sobre un alto cerro en las afueras del municipio de Lezuza, en pleno Campo de Montiel.

Esta colonia romana fue fundada sobre un oppidum oretano y tiene más de 2.800 años de historia, siendo ocupado desde tiempos prerromanos. Situado en un emplazamiento privilegiado para el control de las rutas ganaderas, actualmente es un punto de referencia arqueológico, histórico y monumental de la región, con más o menos 2.800 años de historia procedentes del yacimiento arqueológico cercano de Libisosa, palabra romana que por deformación lingüística se transformó con el correr del tiempo en Lezuza.

Además de la torre vigía medieval, que da nombre al cerro, las excavaciones han exhumado, al Noreste del foro, un complejo de grandes dimensiones de filiación histórica medieval y moderna.

Por falta de tiempo no pudimos visitar el Museo Etnográfico de Tiriez, por lo que regresamos al autobús y vuelta a casa.