Viaje a Tito Bustillo (Ribadesella / Asturias) y León
16-17-18 de Mayo de 2014

Salimos el viernes a las 17 horas del lugar de costumbre, dirección Asturias. Como ya es habitual, paramos en mitad del camino, para estirar las piernas. Llegamos a Gijón sobre las 11 de la noche. Nos acomodamos, cenamos y dispuestos a disfrutar del verde y de las espléndidas cuevas que nos esperaban.

El sábado salimos temprano, ya que la visita a la Cueva de Tito Bustillo estaba concertada para ser visitada en grupos de 15 personas, por consiguiente fue necesario hacer tres grupos.

Llegamos al Centro de Interpretación, allí nos distribuyeron. Mientras unos veían el centro, otros estaban en la Cueva y el resto descubriendo los alrededores del río Sella.

La cueva está situada en Ribadesella (Asturias), se formó por la erogación del río San Miguel, que sigue haciendo su trabajo sobre las rocas calizas y construyendo otros espacios, saliendo al exterior delante de la Cueva.

Este lugar fue descubierto en 1968 por el grupo de espeleología de “Torreblanca”, entre cuyos componentes se encontraba Celestino Bustillo, que unos días más tarde fallecería en un accidente de montaña. En su honor se da el nombre de “Tito Bustillo” a la cueva.

Este lugar está formado por materiales calizos que originan una pluralidad de oquedades en las que habitó el hombre prehistórico durante largos espacios de tiempo.

La Cueva de Tito Bustillo consta de un conjunto de galerías. Se puede acceder a ella por dos accesos independientes, uno es la Lloseta y otra la Cuevona.

En la primera se encuentre la “Galería de los Caballos”, donde se pueden ver distintas representaciones de toros, bisontes caballos, e incluso renos. Todas las pinturas son de una misma época cronológica.

La sala conocida como panel principal presenta grabados y pinturas superpuestas en color rojo y negro. El recorrido es de unos 40 metros.

La visita nos pareció corta a todos, ya que después de un recorrido por la misma (con puertas de hierro entre unos espacios y otros) llegamos al panel de “Los caballos” ¡¡¡IMPRESIONANTE¡¡¡ ya que tiene un realismo y una frescura, que parecen pintados hoy mismo. El tono de los caballos cambia con la luz, pasan de ser más blancos a castaños, etc. Sorprende de manera especial el que toma tonos violetas de una intensidad indescriptible. Pienso que son fascinantes las representaciones de estos animales, no solo de los caballos, sino también de los cérvidos y algún otro motivo como manos y líneas.

La pena es que no se podía ver nada más que esto, ya que el resto estaba restringido y en algunos sitios exclusivamente para especialistas en espeleología y arqueología como es el caso de las” vulvas” que aparece mencionadas en todos los libros y además no está permitido el hacer fotografías.

El panel de los caballos está situado en el sector C, la realización se hace a base de trazos muy simples en negro.

Salimos de la cueva mirando para todos los sitios por si descubríamos alguna pintura más de las ya observadas, pues nos dijeron que toda la cueva estaba salpicada de grabados y pinturas. Algunos se fueron a visitar la Cuevona, que ocupa una gran superficie y resulta muy agradable de ver.

El Centro de Interpretación es muy espacioso y didáctico. Presenta un trazado parecido al de la cueva y cuenta con paneles explicativos de las distintas partes de la misma.

Terminada la visita volvemos a Gijón, donde antes de comer recorremos la Campa Torres, lugar que había sido visitado no hacía mucho tiempo por algunos de la asociación. Este lugar es una extensión de terreno en el Cabo Torres, que se encuentra en la línea del Mar Cantábrico a unos 7 kilómetros aproximadamente al Oeste de Gijón.

Este yacimiento fue descubierto, en el siglo XVIII y luego empezado a excavar en 1972. Es un terreno o castro con dos fases de ocupación, una prerromana que podía situarse a finales de la Edad del Bronce, y otra romana.

La campa está compuesta por un foso en forma de uve, un contra foso y una muralla. Podemos situarlo cronológicamente a mediados del siglo VII al VI a. C. Los lienzos de la muralla están contrapeados con lienzos independientes.

En la llanura interior del poblado hay dos tipos de arquitectura una con cabañas circulares y otra con viviendas romanas. Las cabañas astures están situadas detrás de la muralla en dos zonas. Presentan forma circular y estaban construidas con madera y barro y cubiertas de material vegetal, siendo el pavimento de arcilla. Las casas romanas eran cuadrangulares hechas en piedra, con cubierta de tégula o madera y el pavimento de arcilla y cantos rodados. El agua la obtenían de acuíferos a través de pozos.

Los primitivos astures se dedicaron a la metalurgia, fundiciones de bronce, oro, plata y a la siderurgia. Se han encontrado martillos, crisoles, moldes, etc. así como fíbulas, anzuelos y joyas. Practicaban la agricultura cultivando algo de trigo y cebada; y también la ganadería con gran cantidad de bóvidos, caprinos, jabalíes, cérvidos y perros. En cuanto a la pesca era muy abundantes las capturas de caballas, chicharros y moluscos. Incluso se encontró aquí en el castro un esqueleto de ballena gris.

Practicaron el comercio en la zona atlántica, quizás con la cornisa franca, lo que justifica que se encontraran restos de cerámica griega.

En el castro romano se levantó un ara en honor a Augusto, conocida como Ara Sextiniana. El poblado se abandonó poco a poco entre el siglo II y el IV d. C.

Desde allí nos fuimos a comer a un lugar donde hacen un pulpo inmejorable.

Por la tarde estuvimos en las Termas Romanas de Campo Valdés, que se encuentran debajo de la iglesia de San Pedro, después de visitarlas, dispusimos de tiempo libre para pasear por Gijón y tomar una “sidrina”.

El domingo nos levantamos pronto, ya que como es costumbre últimamente en todos los sitios nos esperan con hora. Esta vez en León, empezamos la visita en San Isidoro, donde contemplamos las maravillosas pinturas medievales, la biblioteca, el claustro, el cáliz, etc.

Salimos de allí hacía la Capilla del Obispo, donde se descubrieron los restos de la Legión romana VI y VII. Empezamos la visita acompañados por Vitorio, su descubridor y principal excavador en los últimos años, lo que aumentó el interés de la explicación.

Desde allí partimos hacia Valdevimbre donde comimos magníficamente en una bodega. Desde allí salimos para Madrid de vuelta.