Salimos de Madrid lloviendo a cántaros y así continuamos hasta la Jineta.

Llegamos a Alhama, allí nos estaba esperando D. José Baños, que es un enamorado de su tierra, quien nos explica que su origen se remonta al siglo V a. C. y que el significado del lugar es “baño natural de aguas cálidas”.
Posteriormente nos explica la fachada exterior de la Iglesia de San Lázaro Obispo, construida en el siglo XVIII y con culto a Ntra. Sra. del Rosario, también de la domus y del mosaico que se situaba en el atrio y que en la actualidad está en el Museo de Los Baños. En este lugar y mirando hacia arriba se podía ver el Castillo-Fortaleza del siglo XI desde el que se controlaba el valle del Guadalentín, por lo que estuvo ocupado hasta el siglo XVI. Giramos por la fachada lateral del Museo de los Baños, para a través del jardín en el que se interrelacionan el agua, el aroma de las plantas, “los mayos” de hierro y una la bañera de mármol, entrar en el recinto.

Bajamos a las termas que constaban de dos complejos: el recreativo, del que apenas se conservan restos; y el medicinal, que dispone de dos salas abovedadas de gran altura al que llegaban las aguas del manantial.

Las termas se construyen entre el siglo I al IV d. C., aunque en las vitrinas hay restos de de la época de los iberos. Posteriormente fueron reutilizadas por los árabes que las dan el nombre y amplían su iluminación. En el siglo XV empieza su declive hasta el siglo XIX, en que se recupera el gusto por tomar las aguas termales. Su auge da lugar a la construcción de un hotel, algunos de cuyos objetos hoy podemos contemplar.

Abandonamos el lugar por el Jardín de los Patos y “a reponer fuerzas” nos esperaban abundantes entremeses, un arroz que decía” comerme” y unos exquisitos postres caseros.

Continuamos el viaje con el estómago lleno por el valle del Guadalentín, hasta llegar a Mazarrón, donde visitamos el Museo de Salazones que se encuentra sobre los restos de la factoría de salazones que tuvo su auge entre los siglos IV – V d. C . Fue inaugurado en el 2003 sobre las excavaciones y trabajos que se estaban realizando en el lugar. Entramos por una pasarela sobre los restos de la factoría y la fábrica de “Garum”, fundamentales en la cocina romana. Terminado el recorrido vimos un vídeo sobre la pesca y la técnica del salazón, que ya eran importantes en el siglo I a. C. pese a que su origen anterior se remonta a la época fenicia y púnica, donde constituían la base de su economía y de su comercio exterior.

Contemplamos una vitrina que contenía piezas que iban desde el Paleolítico a la época romana, instrumentos para el funcionamiento de la fábrica de salazones y restos de la necrópolis.

Al final del recorrido, en un pequeño espacio, se exponían materiales procedentes de la Edad Media y otros alusivos al resurgimiento del puerto de Mazarrón y sus fundiciones de plomo.

Saliendo de ahí nos dirigimos al Centro de Interpretación del Barco Fenicio, pero no al no funcionar el proyector panorámico sobre la extracción de los pecios hallados en el Mediterráneo, la visita resultó fallida.

Retomamos viaje hacia Cartagena, donde disfrutamos de tiempo libre. Algunas personas hicieron la “Ruta de la tapa”, eran setenta degustaciones y sirvió como toma de contacto con el lugar.

A la mañana siguiente nos fuimos paseando hasta el Teatro Romano, donde nos esperaba la directora del mismo, Dña. Elena Ruiz Valderas, que nos llevó al salón de actos para explicar el Museo y el Teatro.

Nos comentó que el Teatro fue mandado construir en época de Augusto, y al iniciarse las excavaciones se encontraron una superposición de estructuras. Ya en época romana, siglo V. d.C., el Teatro fue transformado en un complejo comercial; para en época bizantina, ser un barrio portuario que se destruyó en el 625 d.C. Recuperado en época islámica, pasó a ser un arrabal. Con Fernando III el Santo se convirtió en un barrio de pescadores. Su pasado azaroso enmascaraba las construcciones del Teatro, ya que la ciudad medieval con sus murallas englobaba el castillo, la iglesia y el caserío dispuestas en forma aterrazada sobre el graderío y la escena.

El Museo Teatro es una idea de R. Moneo, que va desde la plaza del Ayuntamiento hasta el Teatro. Son varios edificios articulados cuya entrada se localiza en el Palacio de Pascual Riquelme, consta de un corredor expositivo subterráneo que se prolonga por debajo de la calle y de la catedral primitiva de Santa María la Vieja, para dar acceso al Teatro a la altura de la “inma cavea”.

El Museo Teatro consta de cuatro edificios nuevos. El primero con un patio tipo impluvium, otros dos con salas de exposiciones donde se nos adelantan los elementos arquitectónicos encontrados en el Teatro, el cuarto edificio se localiza en el segundo piso al que se accede mediante unas escaleras mecánicas. Después de deleitarnos con sus piezas pasamos por debajo de la Iglesia observando sus cimentaciones, no sin antes pisar el pavimento de una casa romana, que quizás corresponda al “triclinium”, decorado con motivos geométricos.

A través de una pasarela se sale al Teatro propiamente dicho, donde contemplamos la perfección del mismo. El graderío nos da acceso a la “orchestra”, al “frons pulpiti”, al escenario o “proscaenium”, a la “scaena frons” de dos pisos, con columnas en tonos blancos y rojizos y lateralmente a un vestíbulo. En la parte posterior estaba el ”porticus post scaenam”, el cual no está del todo excavado.

Salimos por “aditus” occidental donde vemos pasar ensayando a los romanos procesionales.

Iniciamos nuestra marcha hacia el Museo Nacional de Arqueología Subacuática, de estructura supermoderna, adaptado a los pecios bajo el mar.

Allí estaba Patricia y empezamos nuestro recorrido. Al entrar nos recibieron unas vitrinas con algunas objetos de los rescatados en el galeón “Nuestra Señora de las Mercedes”, sobre todo monedas de oro y plata de la época de Carlos IV.

Seguimos y observamos los pecios fenicios salvados del agua y procedentes de Mazarrón, uno en una campana acuática por peligro de deterioro.

Se exponen ánforas, lucernas, etc. y maquetas circulares de la evolución del puerto.

Terminada la visita retornamos hacia nuestro destino donde nos esperaba un final pasado por agua.

GALERÍA DE IMÁGENES